martes, 6 de marzo de 2007

Siempre hay una primera vez

Ha pasado tanto tiempo, esa es al menos mi percepción, desde la primera vez que, vagamente recuerdo como sucedió, tenía yo 16 años y mi pareja otros tantos, los dos inexpertos y tan nerviosos que a duras penas pudimos completar el acto de forma ortodoxa y terminamos muertos de risa, divertidos de nuestra joven ignorancia.

Fue un estío tan fogoso que nos resultó difícil dominar aquel potro salvaje que era nuestro deseo y que un verano de práctica nos enseño a sujetar, el sofoco que experimentaban nuestros cuerpos cuando se encontraban próximos era tal que incluso resultaba difícil de ocultar para las personas que se estaban cerca de nosotros la atracción que sentíamos magnetizada rápidamente a nuestro alrededor incluso a las personas mas ajenas, unos y otros notaban la vibraciones que despedíamos. Nuestras miradas irradiaban tal intensidad que incluso vi ruborizarse a mas de alguna amiga al ver como mi cuerpo se tensaba con la sola presencia de mi pareja, erizando mis pezones y dilatando mis pupilas, sintiendo tan mojado mi sexo que en mas de una ocasión...

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lunes, 5 de marzo de 2007

Placentero contraste

Placentero contraste

Deidamia (que en griego significa "la que es paciente al combatir") era una de las empleadas con más antigüedad de la sucursal madrileña, del "pool" de secretarias de gerencia de una conocida multinacional de lubricantes y combustibles de origen inglés.

Como el nombre de Deidamia era muy antiguo, sus colegas mujeres solían llamarle Deidy. Los varones, en tanto, preferían apodarla Dai o Daida. A ella no le disgustaban ni su nombre ni los apodos con que acostumbraban nombrarla. Dai era una chica guapísima: su rostro, un poco exótico, tenía rasgos indoeuropeos bastante marcados; su cuerpo era todo un poema. Pechos de tamaño medio, erguidos, de pétrea consistencia y prominentes pezones —casi siempre a la vista ya que no usaba sujetador prácticamente nunca—. Era poseedora de una cintura de avispa. El tren inferior de su cuerpo se asemejaba mucho al de una vedette del Moulin Rouge del Boulevard de Cliché en Paris. En otras palabras, la chica estaba como para parar un tren de lo atractiva que era.

Por aquellos días Eulogio —el actual Gerente General de la sede madrileña— les avisó a las chicas del pool de secretarias de gerencia que había sido trasladado a la casa matriz y que, en su reemplazo, había sido designado el, hasta entonces, Gerente de Recursos Humanos de la sede con asiento en Francia de la compañía, Antoine Duran. Todas quedaron sorprendidas y de inmediato empezaron a averiguar datos del nuevo gerente. La información que obtuvieron las dejó conmovidas, más por lo inusual que por otra cosa. Antoine Duran era un tipo de raza negra, alto, fornido, guapo y plurilingüe.

El viernes de la semana siguiente llegó Antoine a hacerse cargo de su nuevo puesto de trabajo. Eulogio lo estaba esperando y, luego de hacer entrega de su cargo, llamó a las secretarias de gerencia y...

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viernes, 2 de marzo de 2007

Cosquillas

Voy a contar una historia que, por casualidad, se convirtió en un relato erótico.

Para empezar, les cuento que mi nombre es Andrea, y estoy de novia hace más de tres años con Marcos. Nos conocimos en la universidad, y ambos tenemos 27 años. Somos uruguayos, pero gracias al trabajo de él, vivimos en Portugal desde comienzos de año.

Marcos es una de las personas más arrogantes y machistas que yo haya conocido, pero también una persona muy tierna y comprensiva. También hay un detalle fundamental, que puede parecer anecdótico, pero ya verán que es la base de la historia: Marcos es la persona con más cosquillas que yo haya conocido. Si bien mide más de 1,80 y tiene un cuerpo moldeado a base de gimnasio, las cosquillas son un punto débil que podrían hacerlo rendirse de rodillas en segundos.

La historia que quiero relatarles comenzó hace apenas un par de semanas, durante una discusión sobre el significado de una palabra en portugués, donde como siempre, el creía tener la absoluta razón. Antes de consultar el diccionario, decidimos apostar algo sobre cuál de los dos estaba equivocado. Esto era muy común entre nosotros, y generalmente las apuestas eran

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Hacer el amor con una sandalia

Comencé a sentir una atracción hacia los pies a los 9 años más o menos. En casa teníamos una sirvienta de 17 años que tenia unos pies morenos muy chicos y simpáticos. Ella solía usar sandalias de hule y debido a que ella caminaba mucho durante todo el día, estas se encontraban muy desgastadas. Sus chanclas viejas y usadas, tenían muy bien marcada marcada la forma de la planta de sus pies.

Un día, no se porque razón, me aproveché de su ausencia y decidí acercarme a su recámara. Sus sandalias mas viejas estaban a la mitad de el camino y quien sabe porque, me medí una de ellas para ver como se veía una chancla de mujer en mi pie.

La verdad, me gusto mucho sentir esa sensación y me excite mucho. En seguida, tome la otra sandalia y la puse cerca de mi nariz. Sentí un olor muy fuerte al pie de mi sirviente mezclado con el olor a hule, el material del cual están hechas estas chanclas. Esto me excito aun mas, y luego de unos minutos, decidí que mi pene sintiera un poco la sandalia sobre la cual mi sirvienta había caminado tanto tiempo.

Puse mi pene dentro de la chancla, como si este estuviera sustituyendo el piecito de mi sirvienta. Y me acosté boca abajo, haciendo presión hacia abajo y agarre aquella chancleta, como si fuera una mujer. Bastaron unos pocos movimientos para...

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Una madre insatisfecha

El día llego y yo me fui para casa de mi amigo como a las 3:00, teníamos todo preparado lo menos que íbamos a hacer era el trabajo, a los 18 años solo piensas en divertirte.

Llegue a la casa y estaba mi amigo solo, para evitar problemas esa tarde hicimos algo del trabajo. Estuvimos trabajando como hasta las 8:30 PM y a esa hora llego la mama de mi amigo y su esposo, aquella señora a pesar de sus 52 años era hermosa, era bastante delgada pero tenia unas tetas un poco pequeñas pero sus pezones siempre estaban erectos, y le seguia un culo que desde que la había conocido me traía loco, debido a que una que otra vez estando en esa casa le había mirado por debajo de la falda para vérselo. Los señores entraron y nos saludaron al esposo le di la mano, y a la señora la salude con un buen beso en la mejilla.

Todo transcurría bien hasta que llego la hora de dormir, eran como las doce, habíamos puesto una pequeña cama donde yo iba a dormir en el cuarto de mi amigo, nos acostamos pero no podía dormir, entonces le dije a mi amigo que me diera un vaso de leche, y como el no se levanto fui yo mismo a buscarlo, cuando salí del cuarto, como la puerta del dormitorio de los padres quedaba enfrente, cuando abrí la del cuarto estaba...

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jueves, 1 de marzo de 2007

Acero y Placer

Cuando Alfredo entra en la habitación, ella está a cuatro patas sobre la alfombra negra. Las piernas bien separadas, así sus orificios están bien abiertos y disponibles. En general hay una larga serie de preliminares, a Alfredo le gusta recorrer con los labios la piel de Marcia, suave y cálida, y ella disfruta cuando él la toca. Pero ese día están los dos muy excitados, hace tiempo que no se ven. Ella tiene la concha hinchada, y bien mojada, y él estoy muy duro. Se arrodilla detrás de ella, la toma por la cintura, con las dos manos, y la penetra.

"MMmmm", gime Marcia suavemente mientras se introduce en ella.

El se sale y le da una palmada en las nalgas.

"Sabés bien cuales son tus obligaciones", le recuerda.

Una esclava está obligada a bramar casi como un animal cuando su amo la penetra, para que quede claro como goza cuando él la está haciendo suya.

La penetra otra vez, pero Marcia se queda casi en silencio. Parece que anda con ánimo rebelde.

Alfredo no puede permitir tamaña ofensa. Se para, y le ordena que se arrodille...

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A cielo abierto

El cielo cambiaba imperceptiblemente del albaricoque al violeta mientras las nubes tersas y lejanas parecían un incendio escarlata sobre el mar. Ante mis ojos, su color crepuscular translucía las esmeraldas, turquesas y zafiros de su embate con un rumor iridiscente.

Yo lo veía con los ojos entrecerrados, montada sobre el dulce y enhiesto Mariano, cuya dureza y grosor enormes cabalgaba sin ninguna prisa, acariciándome los senos y el sexo al tiempo que lentamente ascendía y bajaba a horcajadas, con los muslos empapados de sudor y de bronceador, resbalosa, sintiéndome como una alta palmera despeinada.

Mi piel ardía, el corazón se me salía en cada gemido sumándose al murmullo del cielo, al aroma del aceite de coco, al latido anhelante de la marea.

Me dolían un poco las ingles, los pezones tirantes se endurecían cada vez más a merced del deseo creciente; el clítoris erecto y a punto de estallar como una flor de mayo, se deslizaba dócil entre mis dedos cadenciosos.

Él tenía los ojos cerrados, estaba inmóvil bajo del vuelo de mi peso, semejante a un maravilloso especimen en el alfiler de su propio sexo...

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El frío cristal

Desde hace más un año, Agustín y Mónica se reúnen todos los viernes a las 9 de la noche. El encuentro ocurre en el mismo

lugar en donde los objetos y las cosas permanecen estáticas como para no descomponer el tiempo. El humo del cigarro, las

luces tenues, la pasión, son ingredientes que hacen de la atmósfera algo que asemejan a un gran burdel.

Al encontrarse en sus soledades, se miran con sus ojos de cristal y se suceden en palabras.

Mónica luce su boca carmesí, un escote profundo, el vestido ceñido a su cuerpo que deja poco a la imaginación y unas

sandalias que forman parte de sus más apreciados fetiches. Su actitud de femme fatal, hipnotiza a Agustín quien la encuentra más altiva e impúdica que de costumbre.

Ese día, sin preámbulo, Agustín toma los muslos de Mónica y juguetonamente introduce los dedos entre sus bragas. Después de un gemido y al saberse húmeda, Mónica se...

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La sorpresa

Llegamos juntos. Nos deshacíamos en besos y risas, como siempre. Hacia tiempo que no nos veíamos y lo deseaba enormemente.

Tras cerrar la puerta de la habitación le cambió la voz, era el amo el que había entrado allí conmigo. No era brusca, todo lo contrario, muy suave y hasta dulce, pero la del amo. Me hizo caminar un poco y se puso detrás de mí. Intenté girarme buscando de nuevo su boca pero con un solo "NO" fue suficiente, ahora era su esclava. Debía obedecer todos los deseos de mi amo. "cierra los ojos"

Comenzó a acariciarme el pelo y el cuello, muy despacio. El cuello es mi punto débil, y enseguida comencé a jadear, me estaba poniendo muy caliente...

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